Oaxaca, una ciudad con sed… los manantiales de San Felipe y el río Jalatlaco desaparecieron.
- Actualmente, el agua llega de Etla
EL CONFLICTO
En 1928, representantes de San Agustín Etla piden a la Secretaría de Agricultura y Fomento la confirmación de sus derechos a las aguas del río San Agustín.
Explica que por esta situación, el Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez tuvo que buscar nuevos aprovechamientos hídricos que surtieran a la capital del estado. Así, a finales del siglo 19, el suministro para la ciudad de Oaxaca tuvo como base un arreglo local entre dos ayuntamientos: el de Oaxaca de Juárez y el de Huayápam.
Subraya que en este tiempo, ya los gobiernos estatales y los municipales tenían a su cargo la administración de los recursos hídricos y la potestad para otorgar las concesiones y los derechos sobre las aguas dentro de su jurisdicción.
En el caso concreto de Oaxaca, el 25 de marzo de 1862 se expidió un decreto que señalaba que los municipios tenían el derecho de poseer en común las aguas que habían tenido y de arrendar los derrames. Posteriormente, en noviembre de 1873, el gobierno de Oaxaca emitió otro decreto sobre la servidumbre legal de aguas. En los inicios del siglo 19, el gobernador Emilio Pimentel decretó la Ley sobre el uso y aprovechamiento de las aguas del estado de Oaxaca, en 1905.
EL TELEGRAMA
El 12 de diciembre de 1928, mediante un telegrama, el síndico de San Agustín Etla, Miguel González, declaró que el presidente municipal de Oaxaca había enviado un destacamento de la fuerza armada para vigilar la construcción de la nueva caja distribuidora de las Aguas del río San Agustín, destinada a restar al pueblo del mismo nombre, dos terceras partes de los derrames del tanque La Soledad que siempre habían sido aprovechados totalmente por el pueblo de San Agustín.
Los nuevos afluentes
La historiadora dice que con anterioridad a la Ley de aguas de 1905 y dada la escasez en la ciudad, el entonces gobernador del estado, el general Francisco Meixueiro, buscó traer agua de los manantiales del municipio San Andrés Huayápam, ubicados a 5 kilómetros al este de la ciudad de Oaxaca. Para llevar a cabo esta obra, los municipios de Oaxaca de Juárez y el de Huayápam celebraron, en 1876, un contrato de arrendamiento para el uso de las aguas.
Según la documentación, Huayápam tenía deudas con el ayuntamiento de Oaxaca de Juárez y una forma de pagarlas fue poner en renta las aguas de su manantial. En el contrato para el uso del recurso, el ayuntamiento de Oaxaca de Juárez se comprometía a cubrir todos los gastos de las obras y a pagar a Huayápam una renta anual de 40 pesos, a cambio de la mitad de todas las aguas que recibía en su propiedad ese municipio.
Sin embargo, la permanente escasez, la falta de un sistema óptimo de distribución y el incremento de la demanda del vital líquido fueron algunos factores por los cuales el gobierno de la capital del estado se vio en la necesidad a buscar otros aprovechamientos hídricos para captar un volumen mayor para la ciudad.
Así, en 1910, el municipio de la ciudad de Oaxaca crea un contrato de compra-venta de las aguas de San Agustín Etla con el señor Rafael de Cajiga Toro, hacendando y dueño de los Molinos del Lazo, quien era propietario de una parte de las aguas de ese río y que en ese año las vendió en 50 mil pesos, con costo para el erario municipal de Oaxaca de Juárez.
Aguas que no dejan de ser motivo de conflicto entre los municipios de Oaxaca de Juárez y San Agustín Etla, y no sacian la sed de los habitantes de la capital del estado.
Fuente: nvinoticias.com de Luis Ignacio